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lunes, 5 de octubre de 2009

Cronica Antigua Guatemala

Tras un recorrido de 30 minutos, y de disfrutar un paisaje acogedor llegue junto a mi novio Walter Andrés a la ciudad colonial, Antigua Guatemala ubicada en el departamento de Sacatepéquez, la cual fue fundada un 10 de marzo de 1543 es una ciudad en donde parece que el tiempo se ha detenido, fue construida con el fin de ser una sede gubernativa del reino de Guatemala, lo cual abarcaba todos los países Centroamericanos, incluyendo Tabasco hasta llegar a Chiapas.

Antes de entrar a la ciudad colonia debimos pagar un pase de Q.20.00 el cual sirve para el ornato y conservación de la bella ciudad colonial, la entidad que administra estos fondos es la municipalidad antigüeña. Este pase da el derecho de parqueo durante el día, es válido únicamente las 24 horas del día indicado en el marbete.

Al entrar nos empezamos, a deleitar la vista observando la belleza y colores de las buganvilias que desbordan de los muros, al sentir vibrar el carro mientras rodaban los neumáticos en las calles empedradas, logrando transportar el pensamiento a una época de conquista y floreciente cultura arquitectónica, aunque con la nostalgia del recuerdo de opresión; pero más sin embargo reconociendo el legado cultural que nos dejaran los conquistadores.

Realizamos un recorrido viajando en el automóvil, desplazándonos por las principales calle de la ciudad, observando muchas personas caminar, yendo en bicicletas, en carruaje, señores y señoras tomándose de la mano, matrimonios jóvenes cargando betitos, una variedad de personas extranjeras degustando platillos en la variedad de restaurantes que hay en la ciudad, personas realizando actividades comerciales, también un personas portando sus trajes típicos, niños y niñas corriendo y saltando de alegría.

Luego de dar algunas vueltas, encontramos un lugar apropiado para dejar el carro, nos parqueamos con toda la confianza del mundo porque cargábamos nuestro marbete, y nos daba derecho a estacionarnos en la ciudad.

Tomados de la mano, seguimos disfrutando del paisaje nuestro rumbo, era el parque central, en el se encuentran los cuatro poderes que se establecieron durante la colonia la iglesia, el comercio, el arte y el poder político.

Aprovechamos la frescura del clima de un sábado por la tarde, en el parque rodeados de tanta naturaleza nos decidimos a sentarnos en una banquita, frente a la fuente, la banquita estaba bajo un árbol en ese árbol habían pajaritos los cuales acompaña nuestra estadía en la banquita, nos dieron un agradable consiento la briza rozaba nuestra piel, no inducia a tomar un rico choléate, nos dirigimos a un café el cual servían todo tipo de bebidas exquisitas, mi novio tomo un chocolate tradicional mientras yo pedí un chocolate con leche, pago los chocolates y regresamos al parque buscando de nuevo la misma banquita y nos llevamos la sorpresa que, ya estaba ocupada por dos lindos niños que compartían un rico algodón de azúcar, no decidimos a tomar otra banquita y a disfrutar el chocolate caliente.

Desde nuestra banca se podían observar a los pequeños me llamaron mucho la atención porque estaban todos llenos de dulce uno le daba al otro en la boquita, esa escena era muy tierna se veía la inocencia y la felicidad reflejada en un pequeño detalle, un algodón de azúcar y me puse a pensar que bonito y rico es todo si se comparte.

Minutos más tarde suena las campanas de la catedral, que sorpresa tan agradable de la iglesia iba saliendo una pareja de recién casados, los ojos de la novia brillaban y lucia bonita, mientras que el novio lucia elegante, apuesto, orgulloso de su mujer, supongo no lo sé, iban agradecido con Dios por la bendición del matrimonio y con deseos de felicidad con aspiraciones y metas juntos.

Se escucha el trote de caballos, volteo a la derecha y veo un carruaje adornado me muchos globos blancos el cual se detuvo frente a la pareja, el novio ayudo a bajar la gradas a su ahora ya esposa y se marcharon junto los invitados se quedaron brindándoles palmas a los esposos, no era yo la esposa pero causo una gran alegría dentro de mi tome fuerte de la mano a mi novio y empecé a fantasear en ese día el día de mi boda, lo abrace y aproveche el momento tan romántico que había causado dentro de mí la alegría ajena del matrimonio.

Luego continuamos la caminata pudimos observar la belleza del volcán de agua, y pedimos observar la caída del sol y los colores tan agradables que tomaba el cielo, de celajes de colores rojo, naranja y lila, el canto de los pájaros se hicieron presentes y engalanaron la tarde de un consiento natural.

Llegamos al mercadito de artesanías, en el que todos lo turistas nacionales y extranjeros aprovechan para comprar algún recuerdito de la región, este mercadito es muy popular en él se encuentran bordados típicos, llaveritos, camisas, cuchillos, gorros, todo tipo de tejido, las mujeres guatemaltecas que allí venden portan sus bellos trajes típicos, siendo estos un gran atractivo, también hacen unas trencitas de colores, para hacer estas trencitas utilizan múltiples hilos, según los colore que elija el cliente, en su mayoría los que se hacen trencitas son los turistas extranjeros.

Se estaba haciendo tarde, y mientras más tarde se hacía mas personas transitaban las calles, no cabe duda que Antigua es un lugar bendito y de múltiples culturas reunidas disfrutando un mismo sentir una Guatemala en paz, una Guatemala del recuerdo.

Antigua Guatemala es un lugar en donde se pierde la noción del tiempo al deambular por sus calles disfrutar de sus visitantes.

Habíamos almorzado muy temprano entonces ya a las 6:00PM ya teníamos un poco de hambrita entonces de ver una amplia gama de restaurantes nos sentíamos muy indecisos, y empezamos a seleccionar, Pollo Campero, ¡!ee no de eso hay en nuestra universidad, podemos comer otro día!!, ya se acerca el Mac día Feliz podemos comer ese día, la indecisión seguía creciendo, hasta que nos decidimos a seguir caminando y elegir lo que nos llamar a atención la atención a los dos, tomados de la mano seguimos hasta llegar a un Restaurante llamado casa Escobar, ese lugar no impacto y nos traía a la memoria los recuerdos cuando íbamos a comer con nuestros padres, hablamos con el tipo disfrazado de español, nos dijo que pasáramos adelante y que habían lugares disponibles, muy satisfechos de la elección nos asignaron una mesa en la esquinita la música era bastante suave, agradable a los sentidos, el mesero llego a tomarnos la orden, como hacia un poco de frio tomamos cafecito caliente con chocolate, y pedimos un tazón de kak-ik, un caldito delicioso de pavo, con un chile cobanero insoportable bastante quema lengua pero hay q aceptar que muy rico.

Luego de la cena nos dirigimos al carro pero lo más divertido fue q no recordábamos donde se había quedado el carro y considero caminamos a rededor de 20 minutos, minutos de los cuales no me arrepiento haber pasado, porque me encontré a una amiga del colegio que no veía hace muchos años, hasta las cansadas recordamos donde estaba el carro pero para dodo eso ya estábamos muy cansado pero muy alegre de de buen sazón nuestra cena.

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